Renuncien a toda esperanza quienes estas letras vean.
Oh dicha vencer, gracias al propio heroísmo. Fiando solo en ti mismo pudiendo siempre a placer himnos de gloria entonar o denuesto proferir.
Soñar, despertrar, sentir, lo que es hermoso admirar, por un “si” o un “no” batirte, hacer versos o aburrirte, ser arrogante o cortés…
Yo a las cabañas bajé. Yo a los palacios subí. Yo claustros escalé. Y en todas partes dejé memoria amarga de mi.
Más allá de la noche que me atormenta donde habita el abismo insondable.
Doy gracias al dios que sea por mi alma inconquistable.
En la crueles garras de mi circunstancia ni me he lamentado ni he llorado.
Bajo los golpes del azar mi cabeza sangra, pero no se inclina.
Más allá de este lugar de ira y llanto donde yace el horror de la sombra. La amenaza de los años me halla, y me hallará sin temor.
No importa cuan estrecho sea el camino. Ni cuan cargada de castigos la sentencia.
Yo escribo mi destino. Yo soy el capitán de mi alma.
Fotos: ©Vicente Mato e Pablo Rivas Fotografía.
Textos: ©Vicente Mato, invicto, con William Ernest Henley nas alturas .